Patio trasero

- ¿Eh? pero si yo siempre estoy feliz, sobretodo contigo -uniendo sus labios, comenzando un lento movimiento.

Introdujo su lengua para jugar un poco con la del otro, un sabor dulce producto de la paleta anteriormente lamida por ambos le invadía la boca.

Jadeó levemente entre el beso, sus manos se entrelazaban entre ellas tras el cuello del chico, siguiéndo el ritmo de éste.

- Eso es precisamente lo que no podía hacer -aclaró sonriendo, mientras su respiración se normalizaba.

Sus manos ascendieron por el cuello hasta la nuca del chico, enredó sus dedos en su cabello, respirando contra aquel cuello blanco frente a sus labios.

Tragó saliva audiblemente, dejando que la lengua del otro le recorriera los labios, sin poder evitar darle un beso corto ante ésta acción.

- No desperdicies la comida -riéndose de su propia acotación, porque la verdad en este momento le importaba más su acompañante que el dulce- ¿t-tanto te gusta pocisionarme de esta forma?

- Ya lo veo -sonrojándose más a cada acción del chico, se aferró su camisa cerrando las manos en la tela de esta.

- Je, eso es bueno... supongo -alzó la vista, sus miradas quedaron la una frente a la otra- la posición que sea esta perfecta mientras no te aleje.

- Puedes ser tan meloso como quieras -ensanchando la sonrisa al tiempo que reía- pero sólo conmigo ¿si? -riéndo un poco más.

Hizo un puchero y lo miró fijo.
- Él tiene al Italiano para que lo moleste, además si vas a molestarlo yo te molestaré a tí -abusándo ya del verbo al reiterarlo tanto y de manera tan infantil- No olvides que no me estreso con nada -sonríe.

- ¡Waa! -en tono de protesta, se arrimó más a él quedando muy encima suyo- No quiero que vallas a molestarle -inflando las mejillas.